No me pegó la crisis de los 40’s, ni hice una apuesta. Tampoco lo ofrecí como manda ni fue la decisión de una mañana de ocio. Todo nació en abril de 2009, cuando cruce la meta de los 8k del Banco de Montreal, carrera parte del Maratón de Vancouver. Ese día, junto a mí iban llegando aquellos que habían recorrido 13 kilómetros más que yo, y también los que completaban la mayor prueba del atletismo: los 42 kms de un maratón. ¿Qué vi ahí? Rostros sudorosos, enrojecidos, irradiando una alegría y satisfacción que salía por los poros. Ahí nació la idea. Pero las ideas a veces quedan revoloteando en la mente, mas en un curso que tomé llego el momento de escribir nuestro “bucket list”, aquellos sueños por realizar y ahí si, de la mente paso a estamparse en blanco y negro. Las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito no.
Tres años han pasado de aquellos hechos. Correr dejó de ser un medio para no subir de
peso, despertó en mí lo que muchos profesores de educación física a base de
humillaciones y gritos, se empeñaron en matar: el amor al deporte. Y más
importante, se ha vuelto para mí una celebración de la vida.
Pero correr, como cualquier otro deporte exige
constancia, disciplina, sacrificio. ¿ A poco creen que siempre es bien rico
correr de subida? ¿O el dolor de una lesión? ¿Las levantadas temprano al
gimnasio? ¿Cambiar la Coca-Cola por agüita sola? Correr no solo es amarrarse unos tenis y
salir como chivo loco a la calle. O sea…
es cierto que todos podemos correr, pero si verdaderamente lo queremos
convertir en un deporte, hay que “echarle galleta” al asunto y diseñar un plan
de entrenamiento, asesorarse con algunos expertos y poner mucho entusiasmo y
buena voluntad, sobre todo los que como yo, nos iniciamos en este deporte importados
directamente del sillón enfrente del televisor y con el respaldo de 38 años de
no hacer ningún deporte en serio ( un año de Pilates, tres meses de jazz, dos años
de tenis, y educación física dos horas a la semana en la primaria)
Siendo conservadora en muchos aspectos y maniaca del
control me fijé una meta que me permitiera prepararme con muuuucho tiempo y así
ir evaluando sobre la marcha como íbamos evolucionando, sobre todo por lesiones
que tuve en el 2009 y que me tuvieron a raya casi un año. Originalmente correría el 6 de junio, tras 25
semanas de entrenamiento, iniciado el 3 de enero de este año. Sin embargo por ahí
de la semana 10, tuvo a bien cruzarse en mi camino el medio maratón de
Vancouver, con su ruta nueva, rediseñada, cruzando por los puntos más hermosos
de esta ciudad. Y me hizo ojitos, si, ese evento donde nació por primera vez mi
suenio hace 4 años. Lo pensé semanas, pregunté, indagué, hice encuestas,
estudios de opinión, de elevación del terreno, inspección física del área y
siempre supe la respuesta, pero no sería yo si no hago todo el proceso.
Cambio de planes, nos mudamos al 6 de mayo, con 18
semanas de entrenamiento. Paso dos… ajústale al entrenamiento, paso tres, vamos
a ver como nos sentimos estas semanas y vemos. Pero tampoco había mucho tiempo
para evaluar la situación, las mismas razones que me atrajeron a esta carrera,
estaban llamando a muchos otros mas, y los lugares se llenaban. Se vendió el maratón
(5000 corredores) y los espacios para el medio maratón se iban agotando. Entre en el pánico de “me inscribo o me
espero?” Evidentemente, me inscribí. No saben como me tembló la mano cuando le di “click”
a mi inscripción y se fue al ciberespacio, y mas temblaba yo cuando por mail recibí
una confirmación oficial de mi inscripción al Medio Maratón de Vancouver. Ahora
si era real. La respuesta de los amigos fue apoyo total, mi hermana emocionada
y mi padre ¡sorprendido! Mi marido, mi fan #1.
Con esa realidad enfrente, a partir de ese momento se
ha desayunado, comido y cenado medio maratón en esta casa. En mi recamara hay
una pila de revistas “Runner’s World” para consulta de cualquier tema, el sitio
del evento se visita un par de veces a la semana para ver avisos y por menores del
evento. Mi status de Facebook seguro ya
aburre “hoy 8 kms” “hoy 8.2 kms” “hoy
8.5kms”, “hoy gimnasio” , “ay, ay, muchos abdominales”. Las mañanas se
volvieron de decisiones tan importantes como desayunar cereal o mejor yogurt con
fruta antes de ir a correr, últimamente me dedico a probar gels energéticos, a
contabilizar la cantidad de agua que tomo en el día, a actualizar mi “diario electrónico”
de entrenamiento, a ver videos de corredores llegando a la meta y elegir
canciones que me levanten el ánimo para cuando voy arrastrándome en el kilómetro
10. Mis tenis se han vuelto mis mejores
amigos (y se van a retirar con honores el domingo), como novia ilusionada, fui
a comprarme mi “ajuar” para la carrera,
y por supuesto, hay que probar todo, todo lo que uno va a usar antes, ese día
no puede haber sorpresas de que el calcetín se mueve o la costura que raspa.
Llevo semanas monitoreando el clima, ¡Dios y la Madre Naturaleza me van a
obsequiar un día sin lluvia! Pero por las dudas, voy preparada, aquí nunca se
sabe. Y así mi vida se combina entre mi
trabajo de maestra de español, esposa de Mark, la “encantadora de perros
frustrada” con la Frida y mis entrenamientos.
El invierno no es el mejor mes para estos asuntos.
Esta feo, frio, hay nieve, hay lluvia. He pasado mucho tiempo en el gimnasio,
tratando de sustituir mis entrenamientos en exteriores. La monotonía de la máquina
(la versión rata de laboratorio) me ha hecho entrar en unos estados de meditación,
que aunados a la vista de amaneceres hermosos, mas de una vez hicieron derramar
alguna lágrima, mientras daba gracias al Señor por la dicha de estar viva, de
estar completa y de tener lo que tengo.
Mis entrenamientos con lluvia me refrescaron, y que les cuento del día
que hasta me nevó. Sensaciones imborrables que me quedan en el cuerpo, el alma
y la mente.
El día que corrí 15 kilómetros jamás lo olvidaré, en
muchos sentidos: por la emoción de concretar ese objetivo, por la satisfacción
de alcanzar un nuevo nivel, por la cara de mi marido que ya estaba preocupado
pensando que después de casi tres horas (corrí dos y media, mas la caminata de
ida y regreso) seguro ya me había pasado algo (si traía teléfono pero yo no pensé
en reportarme mas que en caso de emergencia) y por una uña morada, trofeo del
kilometraje recorrido. Estaba lista para ir por más, semana 15, a tan solo tres de la carrera y pasó la
pesadilla de cualquier corredor: una lesión de rodilla, causada por inflamación
en los músculos, consecuencia del mismo nivel de entrenamiento, así me los describió
el fisioterapista, a quien llegue tras cuatro días de tratar de mantener la
calma, de Advil, hielo, Voltaren y descanso y le dije “Corro el 6 de mayo el
medio maratón de Vancouver, tengo “runner’s knee” y TIENES que componer mi
rodilla”. Me dijo “Bueno, siento ahora
un poco de presión, pero vamos a empezar y también te voy a hacer acupuntura”
La palabra retumbó en mi mente. A-cu-pun-tu-ra, a-gu-jas, ¡FO-BIA!! Pero sin mayor opción, con las manos
sudorosas, los brazos cubriéndome los ojos, empezó el tratamiento del “alfiletero
loco”. Tratando de respirar, sin
hiperventilarme, tratando de relajarme, apapachándome a mas no poder y
controlando a la “loca de la casa” (o sea, mi mente) , no sin antes ponerme una
revista en la cara, (me la dieron para leerla mientras esperaba 20 mins. con las
agujas puestas), pase la sesión uno. Han sido 7 hasta el día de hoy, y Kevin,
mi fisioterapeuta, cumplió su parte: el sábado pasado pude empezar a correr y
ayer me aventé 5 kilómetros sin problema alguno.
Todo empieza a perfilarse para el domingo 6 de mayo.
En este camino de entrenamiento, he aprendido no solo sobre atletismo, músculos,
tenis, alimentación y medicina. He aprendido más sobre mí, sobre mi fortaleza,
sobre mis debilidades, sobre la compasión a mi misma, sobre la importancia del
deporte pero también del descanso. Hoy
siento más admiración por mi misma, sin sonar a cebollazo, pero en verdad, me volví
mi propio héroe. Aprendí sobre
solidaridad, sobre el amor de mi marido, sobre el apoyo de mi familia. Que las
distancias unen a las amistades y que siempre hay quien te tiende la mano en
momentos difíciles.
Di un paso muy importante, primero el de la acupuntura,
que si bien no me gusta y es un verdadero sacrificio, he aprendido a controlar
un poco mas mis miedos y a no dejarlos que me rebasen (aunque no me dejaría inyectar
todavía, creo que ese paso todavía esta mas lejano) . Y algo más…. Hace ya
muchas semanas que deje de utilizar el termino según yo cariñoso , de “el
puerco” para referirme a ese diseño perfecto que solo un Ser Superior pudo ser
capaz de crear, esa maquinaria perfecta, que nos ha sido dada para hacer con
ella lo mejor, para cuidarlo y mantenerlo, y que con entrenamiento y disciplina
es capaz de llevarnos a cualquier meta.
18 semanas después, con altas y bajas, con días de ánimo
y días de poca motivación, con días de lluvia y días de sol, estoy lista y
emocionada. Tengo una cita con 21 kms y
estoy segura que habrá mucho que contar.
Continuará…
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