7.10.2010

Señora de las cuatro décadas...

Hoy 11 de Julio del 2010 llego a una edad medio temida por un amplio sector del género femenino. No sé porque entre las damas existe un pequeño –gran conflicto con la edad. Hay desde quien esconde como un pecado mortal la fecha de su nacimiento y hay otras que resulta que ¡hasta son mas chicas que yo! Pero en fin… como en muchos lados se dice: la edad es una mera cuestión de actitud.Así que con esa actitud positiva hoy llego a la cuarta década de mi vida. Cuando “Señora de las 4 décadas” de Arjona estaba en pleno auge, yo andaba por mis veintitantos. No me imaginaba que 20 años después le encontraría tanto sentido a sus palabras. Y no porque tenga un enamorado treintañero suspirando por mi (mi más ferviente admirador, amor y compañero de mi vida ¡ya pasa de esas edades!) sino porque en verdad a los 40 pienso que una mujer está en una gran plenitud en muchas áreas de su vida y lamentablemente también es cierto que pasamos mucho tiempo preocupándonos por contar calorías o recurriendo constantemente a la frase "Antes no tenía esto o aquello" pues la verdad sea dicha ¡el cuerpo cambia!, pero ese es también parte del encanto, en realidad, no me gustaría ser la versión femenina de Dorian Gray.Hoy llego a mis 40 años con toda alegría. Recibo esta edad agradeciéndole a Dios que me ha permitido vivir 14,600 días. Definitivamente muchos de esos días han sido muy felices y otros tantos han sido tremendamente tristes. Pero ese contraste me ha dado la oportunidad de apreciar más la vida, de dar gracias por una infancia muy feliz, por la familia en la que crecí y porque he tenido una vida llena de muchas bendiciones. También he aprendido a sortear las tragedias de la vida, pruebas que me han ayudado a ser quien soy ahora. Mis grandes pérdidas me dieron la oportunidad de descubrir otras áreas de mi vida, de pulir defectos y aprovechar mis virtudes.Asi que al mas puro estilo de Queen les comparto esta frase: “Don’t stop me now, I’m having such a good time, I’m having a ball”. Si queridos lectores, estoy viviendo con alegría mi vida y aquí los dejo con una probadita de ese sentimiento.
¡Los saludo!

7.08.2010

Cuando un amigo se va...

Hace ya 5 años que perdimos a un gran amigo. Podría pasarme el resto de mi vida hablando de Juan, pero creo que no es necesario. Los que lo conocimos sabemos porque hasta el día de hoy seguimos extrañándolo. En mi caso jamás me imaginé verme en esta situación. Siempre esperé vernos llegar a viejos y siendo yo mayor sería él quien me enterrara a mí. Pero Dios tenía preparada para él una vida más corta que la mía. A los 31 años terminó su vida. ¡Yo estaba a dos días de cumplir 35 años! Ya hasta teníamos el plan para que nos alcanzara a comer a un restaurant. Tuve la suerte de verlo la misma tarde del accidente. Una casualidad de la vida me hizo ir a su oficina por otro asunto y aprovechamos para saludarnos. Me presentó a su jefe, se fumó un cigarro y platicamos un momento. Nos despedimos como siempre, listos para vernos a más tardar el lunes de mi cumpleaños, como siempre nos dimos un beso y un abrazo. Nunca he olvidado que sentí algo muy raro cuando nos abrazamos. Alguien más tarde me dijo que nuestros espíritus se habían dicho adiós. La cuestión es que la próxima vez que lo vi estaba en un hospital, conectado por todo tipo de tripas y con un respirador. Fueron las peores horas de mi vida. Ese ir y venir entre la vida y la muerte, viajando de la esperanza a la resignación fueron la antesala al infierno que sería mi vida en los próximos meses. La ciencia médica tiene un límite y el cuerpo de Juan también lo tuvo. Dejó este mundo y un día antes de mi cumpleaños lo enterramos. Poco después empezó mi calvario. Horas interminables de dolor, de angustia, de pensamientos macabros y pidiéndole a Dios que me llevara a mi también, para ya no vivir ese dolor. Y solo aquel Dios con el que estaba tan enojada, fue el que me ayudó a salir adelante. El que me dio fuerza para amar mi propia existencia y buscar toda la ayuda necesaria para superar esta prueba. Me tomó años de terapia, varias cajitas de Tafil, mucho Topamax, amor, valentía y fuerza para recobrar una buena parte de mi vida. La otra parte… se fue con él. Siempre lo extraño y las lágrimas no me han alcanzado para llorar su ausencia. Pero ya pasaron cinco años. Hoy lo recuerdo con amor. Nunca sé si tendré la suficiente resignación para aceptar que se haya ido tan pronto, pero si se que su muerte me dio entre otras cosas la oportunidad de re-encontrarme con Dios, de ver quiénes son mis verdaderos amigos, de valorar la vida y tratar de no desperdiciar ese precioso regalo en cosas que son inútiles o no nos dejan nada. Nunca habrá quien ocupe su lugar, y en mi corazón, tal como cuando vivía, Juan sigue teniendo uno de los lugares más especiales, porque antes de ser mi amigo, ¡fue mi hermano!
Los saludo.

Por las dudas les dejo este link, por si el video no funciona aqui.
http://www.youtube.com/watch?v=6dI3xUfkz1A