9.13.2011

Caminito de la escuela…

Un mes de septiembre, hace 37 años aproximadamente, ingresaron a su primer año de educación pre-escolar, o sea… a primero de kínder, unas 100 chamaquitas. El colegio de monjas, el uniforme: blusa escolar blanca, falda tableada azul marino con unos tirantes que se caían todo el tiempo, los lunes saco de gala rojo, entre semana, sweater del mismo color.  Calcetas blancas y unos zapatos negros de un diseño tan específico que mas parecían ortopédicos que escolares, por supuesto, no podían adquirirse en cualquier zapatería, había digamos “Distribuidores exclusivos”.  Más o menos el mismo grupo de alumnitas llego a pre-primaria, aprendieron a leer y a escribir. Estos años pre-escolares estuvieron acompañados de festivales de fin de año, trajes de chiapanecas, triciclos decorados para el día de la Primavera y pastorelas en la época Decembrina. En épocas de calor se organizaba el “día de nadar” en el chapoteadero, en el recreo era una diversión ir a jugar cerca de un reloj de sol, que poco se sabía sobre cómo funcionaba, mejor darle vueltas.

 ¡Las niñas crecieron y llegaron a la primaria!  Ahora ya no había niños entre los compañeros, solo niñas, se formaban en el patio grande, con mochila "Samsonite", que pesaba como mil kilos. Rutina: la misma durante 6 años, formación en el patio al sonar la campana puntual, tomar distancia por tiempos: 1-2-3. Avisos y recomendaciones, se encomendarían a la Virgen María o al Santo Niño de Praga, canto correspondiente “ A tus plantas Oh Niño de Praga…..” o “Te amamos con ternura, porque eres nuestra Madre, por ser madre de Cristo Salvador” . Dos días de la semana falda blanca de deportes, tenis blancos siempre lavados (nunca faltaba la que pisaba a otra antes de pasar la revisión de tenis).  Llegaron los años de ir a la “Kermesse” del colegio, los concursos de lectura, ortografía y declamación.  Las tablas gimnasticas al ritmo de “Raindrops keep falling on my head…..”, fracciones, raiz cuadrada, números romanos, sujeto, el objeto directo e indirecto, márgenes y mayúsculas con tinta roja por favor.Pasaron 6 años de forjar amistades, de formarse para ir la “tiendita” a la hora del recreo, de jugar resorte o avión, o… a la dirección después de hacer repelar a la monjita en turno. Y así llego la secundaria.

¡Uchale! muchas materias, maestros diferentes, entrada más temprano y falda azul marino… ¡sin tablones ni tirantes!  Nada de maquillaje, uñas cortas,sin pintar. Calcetas a la rodilla, y… zapato “ortopédico” ¡todavía! Bata blanca de laboratorio, disección de rana y conejo, tabla periódica de los elementos y álgebra. Las niñas, ahora adolescentes bailaban al ritmo de Flans, los intereses cambiaban y las amistades, algunas desde aquellos días de kínder, seguían a la orden del día.  Pasaron tres años y vino el primer parte aguas para muchas… la decisión paterna o personal de cambiar a una nueva escuela para cursar la preparatoria. 12 años de unión se vieron fracturados. Un agosto-septiembre de 1986, descubrirían quienes habían quedado en la misma escuela, y nuevas historias se empezaron a escribir con la llegada de otras alumnas, que ocuparían los lugares de las que habían partido hacia nuevos horizontes.

Y de ahí, vendría el silencio. La vida siguió su curso, cruzando algunos caminos Universitarios. Algunas amistades sortearon el paso del tiempo, y fueron testigos de graduaciones, maestrías, matrimonios, nacimientos y decesos.  Hasta que el siglo XXI, la magia de las redes sociales y un poco de iniciativa, lograron lo que en otras épocas hubiera parecido imposible: reconectar a las compañeras que cursaron sus años de educación básica y media entre 1974-1989.  Facebook fue la herramienta, y con la cooperación de todas, se llego a localizar a más de 120 alumnas, que pasaron del mundo virtual a una reunión presencial en el mes de junio.


Ya no somos niñas. Hoy mujeres, maduras, viviendo dentro y fuera del país, ejemplos de fortaleza y lucha, solteras, casadas, viudas, divorciadas, con hijos, sin hijos, empresarias, madres de familia, abogadas, contadoras, administradoras, dentistas, nutriólogas, historias de amor y desamor, de perdidas y dolor, de alegrías y triunfos. Nuestra página de Facebook se ha vuelto un rincón para recordar momentos de alegría, travesuras, los cantos del colegio y un montón de fotografías que han desatado las mas francas carcajadas. Nuestra página ha sido una máquina que nos transporta en el tiempo a momentos que estaban dormidos en nuestros recuerdos, pero también para formar parte de nuestro presente: re-conectando amistades, creando nuevos lazos y un círculo de amigas que están siempre presentes, igual para compartir una receta que para orar por alguna causa.

Somos todas bien diferentes y sin embargo tenemos tanto que nos une, precisamente nuestras diferencias enriquecen nuestra relación. Nuestra historia en común es el colegio y para todas, para bien o para mal, es una parte importantísima de nuestras vidas. Habrá quienes salieron huyendo de ahí, otras nada más nos fuimos. Pero al final cada una guarda un pedacito de cariño por el lugar que nos vio crecer, que junto a nuestros padres contribuyó en gran parte a nuestra formación. Cada quien ha elegido como vivir, pero el recuerdo de nuestra niñez y adolescencia nos enriquece y la oportunidad de seguir creciendo a lado de quienes hoy somos es invaluable. Para mucha gente Facebook es un escaparate, juegos, aplicaciones, frivolidad y obsesión. Para mí ha sido una manera de estar cerca de quienes forman y han formado parte de mi vida, acortando distancias y manteniéndome en contacto con gente que jamás pensé volver a ver.  ¿Será que la llegada a los 40 me ha hecho ver cosas de mi pasado en forma diferente? No lo sé, lo que si sé  es que no soy la única que se ha emocionado con este suceso.


Con mucho cariño dedico esta entrada de mi blog a todas mis amigas y compañeras del Instituto Cultural Sucre, generación 1974-1989, a pesar de la distancia, este re-encuentro me ha llenado de alegría, valorando aun mas la infancia tan feliz que tuve y esperando que estas semillas de amistad que hoy estamos sembrando se traduzcan en grandes frutos el día de mañana.

¡Los Saludo!