7.08.2011

¿Sabrías mi nombre, si te viera en el Cielo?

El próximo lunes 11 es mi cumpleaños y ¡Rayos! Cae en un lunes, así que pensé celebrarlo el sábado 9, pero todavía se me achica el corazón con los recuerdos del día que mi hermano se fue.

La verdad, hay muchas cosas que ya no me acuerdo de ese día, de otras ya no me quiero acordar y otras muchas siempre estarán presentes.

 De plano todavía no sé cómo le hace una de mis tías, ya que mi mamá tuvo a bien dejarnos en el preciso día del “cumple” de mi tía, su hermana amada del alma ¿Será que quiso mi madre dejarle el recordatorio de que nacemos y morimos casi sin darnos cuenta?  No lo sé, ¡Pero que friega!

 La verdad es que el tiempo pasa y hace una gran labor. La otra parte nos toca a cada quien. Cada persona decide qué hacer con la tragedia y las pérdidas. Yo escogí sufrirlo, llorarlo, sanarme, aprender y crecer. No es el camino más fácil, pero si más gratificante. Decidí hacer lo mejor con lo peor de mi vida y me alegro de mi elección.  Ahora los recuerdos son más dulces, alegres, son más recuerdos de vida y no de una trágica muerte. Sin embargo… todavía me rondan las preguntas, el “No puede ser”. ¿Será todavía falta de resignación? o el maldito “hubiera”, que si lo nombramos mucho no nos deja vivir en paz. Sé que es humano, sobre todo cuando los hechos no se dieron de acuerdo al ciclo natural de la vida.  Y sabemos que alterar un ciclo, cualquiera que este sea, tiene repercusiones, algunas pasajeras, otras permanentes.  ¡Y a veces lidiar con nuestra fragilidad humana es de lo más complicado!

En fin... sé que llegará el día en que el 9 de Julio causará menos estragos en mi corazón  y me sentiré bien haciendo una celebración o sin ella. Hasta pienso que algún día, ¡Haré una gran fiesta! Pero este año no será. De cualquier forma lo voy a festejar, en cortito, pero lo haré, porque quiero celebrar mi propia existencia, el estar sana, feliz, gozando del amor, del sol, del viento, de la luz, de la amistad y de esta aventura llamada Vida. 

Pasarán los años que tengan que pasar. Evidentemente, siempre sentiré tu ausencia física, y aunque la memoria vaya borrando la claridad de las imágenes y el sonido de tu voz; espiritualmente reconozco tu compañía, y sentiré que me cantas las “Mañanitas” en cada cumpleaños.

Yo sé que me vas reconocer cuando me veas allá en el Cielo, pero por ahora, somos de mundos diferentes, yo no pertenezco al tuyo y definitivamente, todavía quiero hacer mucho más en el mundo que elegí para mí.

 Allá me esperarás, para darme la bienvenida, mientras tanto… ¡Voy a celebrar mi cumpleaños!

 Los saludo,