Para mí la Navidad siempre ha sido una época del año muy especial. Cuando niña esperando la llegada de Santa Claus y los regalos. Esa emoción de bajar las escaleras el 25 por la mañana y encontrar bajo el arbolito los juguetes es un recuerdo inolvidable. En mi casa la Navidad y el año Nuevo se pasaban en familia, todos juntos. Recuerdo que en la adolescencia esa costumbre era cuestionada, ¿Por qué no pasar alguna de las fechas con amigos? Pero para nosotros no había opción. Así que tal vez algunas veces medio contrariados, siempre la pasamos juntos. Hace un tiempo alguien le explicaba a mi esposo que la Navidad se pasa en familia y el año nuevo con amigos, pero como nosotros éramos una familia muy tradicional, pues que no lo hacíamos, pero que así era la cosa. Me alegro mucho de ser una familia tradicional, porque ahora atesoro como nunca cada momento que pasé junto a mi familia. El tiempo vuela, la vida cambia y la familia a veces no puede volver a reunirse como antaño. Los recuerdos más hermosos del invierno son de mi mamá transformando la casa en ¡un museo de la Navidad! Mi papá poniendo el disco de villancicos de Ray Conniff y mis hermanos y yo emocionados desempacando el cuidadosamente envuelto Nacimiento, tratando de adivinar que figurita sería el siguiente paquete. La noche del 24 cantábamos al niño Jesús, la canción que mi mamá cantaba desde niña en su casa, su abuela la había compuesto para la ocasión, y de la cual siempre cantábamos el mismo párrafo, ¡porque era el único que mi mamá recordaba siempre! Recuerdo las visitas a casa de mis abuelitos Martha y Raúl antes de partir hacia la cena en casa de los tíos de mi papá, donde la mesa era larga, larga, larga, llena de familiares que había que saludar uno por uno, ¡aunque no los vieras en todo el año! El día 25 la familia se reunía en casa de la abuela Chela para comer el bacalao más espléndido del mundo. Era un festejo en grande. Y así pasaba la Navidad, para llegar al año Nuevo, que pasábamos con amigos de mis papás y donde aprendimos a bailar ¡mambo y cha cha cha! A veces la pasamos solitos en la casa, mi mamá hacia ravioles, ensalada de piña con quesso cottage y lomo en Coca, y teníamos una cena deliciosa.
Pasó el tiempo y la familia fue creciendo, pero también dividiendo el tiempo de Navidad entre las nuevas familias. Llegaron las sobrinas y la Navidad tomó otro sentido, ahora era en torno a ellas, disfrutando de su ilusión por la época y ensenándoles esas tradiciones que nosotros aprendimos de niños. Así como la familia creció… también disminuyó. Los abuelos, mi mamá, Juan, partieron. Y algunas navidades fueron mas melancólicas, pero nunca dejamos de cantar, solo que el canto fue diferente. El recuerdo nos hacía nudo en la garganta. Y así fuimos dejando guardada la canción del niño Jesús. ¿Y el niño Jesús? El está ahora más presente que nunca. Porque tal vez como niña nunca entendí bien la gran celebración de esta época. Porque fue hace algunos años que valoré realmente el nacimiento un niño, que en medio de la pobreza vino a darnos un mensaje de esperanza, de amor, de paz y de perdón. Por eso estas fechas son de la familia, Cristo también llegó a una familia. Son épocas de reflexionar y pensar en todo lo bueno que tenemos. Hay personas que se deprimen y dicen que la Navidad es triste. Hay gente que está sola y hay gente que elige estar triste. En Navidad, pienso en lo que he tenido y atesoro los momentos de mi familia, como un recuerdo maravilloso de lo que vivimos y no con el arrepentimiento de algo que deje de hacer. Ahora yo pongo mis adornos en la casa, Mark me ayuda a poner el arbolito, todavía pongo mi disco de Ray Conniff y el bacalao de la abuela se guisa en mi cocina. ¡Ah! y la canción del niño Jesús ¡ya la volvimos a cantar al año pasado!!
``Llenan los aires, dulce armonia, de la alegría corred en pos, celebra el mundo, con gran contento, el Nacimiento del Niño Dios…” (estrofita de la canción de la bisabuela).
Celebro con gran contento el nacimiento de nuestro Salvador, el amor de mi esposo, el recuerdo de tantas navidades en familia y la ilusión de las muchas por venir.
Feliz Navidad a todos, mis mejores deseos para que el próximo año esté lleno de salud y amor.
¡Los saludo!