Bueno… primero mi pobre Blog estaba ya un poco polvoso, ya que hace casi dos meses que no me metía a escribir nada. La bronquitis me afectó algunas neuronas, la de la literatura y la de creatividad. Y además, he andado más ocupada, con el despegue de mi negocio como maestra particular de español, ¡ahí la llevo! Ya tengo 4 alumnos y me contraté con el distrito escolar para dar clases en su programa de “Escuela Nocturna” (cursos de interés general para la comunidad)
Lo que me trae hoy por aquí, al teclado, es lo que se me ha ocurrido denominar el “FIL-gate” (Feria Internacional del Libro). Los protagonistas: el candidato Enrique Peña Nieto y su hija Paulina.
Coincido con lo que se ha expresado: ¡Salió a relucir su ignorancia! , y evidentemente el señor no es escritor, un escritor, por ende, es lector. Es algo que va de la mano. Sin embargo, sus asesores políticos deben haber considerado que una característica propia de un futuro presidente es demostrar su cultura y nivel intelectual a través de la publicación de un libro, lo que les falló fue ensayar la conferencia de prensa. Evidentemente, la reacción no se hizo esperar, y las redes sociales se han encargado de mostrar que leer fragmentos de la Biblia en la adolescencia no es suficiente para ser considerado como “culto”, ni da el título de lector y ¡menos el de escritor!. Y bueno… para acabarla de rematar, la hija tuvo a bien salir a la defensa de su agraviado padre a través de Twitter, y que pasó… pues que le acabó de dar la puntilla al asunto, ¡fue algo así como la cerecita del pastel!
Sí, alguien que aspira a la presidencia se supone que es una persona con preparación en muchos sentidos. Es justo que exijamos mejores gobernantes. Pero sigo impactada por la cantidad de creatividad que este hecho despertó en varios sectores; las librerías Gandhi ¡ya no tendrán que pagar a su agencia de publicidad! Con que se metan a Facebook tienen espectaculares para una buena temporada. Y han sido días de machacarle al asunto por aquí y por allá. Sigo pensando, que si toda la energía, tiempo, creatividad, que se le ha invertido al error de un candidato presidencial se encausara positivamente, tendríamos un mejor país. Me han dicho que como es candidato, tenemos derecho a exigir que sepa de lo que habla. Es cierto, pero también es cierto que para poder exigir hay que dar. ¿Solo porque el señor es candidato es obligatorio que lea? ¿No debería ser ese un hábito de todos los mexicanos? Ahora resulta que todo mundo es Doctor en Letras, cuando el promedio de libros al año que se leen en México, según un estudio de la UNESCO, es de 2.9 libros por persona y de acuerdo a resultados de la Encuesta Nacional de Lectura entre los libros favoritos están La Biblia (que no solo es para la salvación del alma, sino también para salvar la respuesta) Cien Años de soledad; El Principito, El Código Da Vinci, Un grito desesperado y Harry Potter (ahí dejo a consideración de ustedes lo que opinen de esto).
Si nos vamos a poner exigentes, empecemos por nuestra casa. ¿Qué leemos nosotros? ¿Qué leen nuestros hijos? Sinceramente… ¿Quién lee las plataformas políticas de los candidatos para tomar una decisión informada ? He visto el comentario de que algunas mujeres quieren votar por Pena Nieto, “ Porque está bien guapo” . Ese tipo de comentario, es también para machacarse en redes sociales, porque solo nos habla de la ignorancia de nuestro país, y de lo superficiales que somos para elegir un gobernante, pero eso si… cuando hay que quejarse, ahí vamos todos.
Y de la hijita, ¿pues qué querían? Es la muestra de nuestro sistema de clases. O a poco nadie de ustedes, mis lectores, se ha referido alguna vez a otros como “nacos”, “asalariados”, “prole” (mal empleado, por cierto, ahora ya lo sé) “Hijos del proletariado”, “Hijos de la canasta básica” (a poco no está buenísimo este, así decía mi hermano) “indios”, “Nacozaris”, “el pueblo”, etc. Y si… Lo decimos nosotros, los que vamos al doctor privado, tenemos coche, estudiamos en escuelas privadas, viajamos a Cancún, vamos a esquiar y de paso leemos el “Hola” y la “ Quien” (y en la fila del súper el TV y Novelas, no se hagan) Porque somos clasistas, esa es la verdad. Queremos que nuestros hijos se rodeen de “gente de su clase”, ir a un club de “gente como nosotros”, ir a universidades que nos ayuden a “hacer buenas relaciones”. Yo también vengo de ahí, de esa mentalidad, de esa educación, del antiguo y todavía existente sistema de castas, que no necesariamente es la mejor constitución para una sociedad.
Esto que ha pasado, para mí, es el reflejo de nuestro México, de nuestra falta de cultura, de educación, de compromiso con la sociedad, de preparación, de nuestro afán de quejarnos y burlarnos de todos, sin ver que nosotros mismos somos motivo de queja y burla cuando copiamos en el examen, cuando nos tranzamos al fisco, cuando nos estacionamos en el lugar prohibido o de los minusválidos, cuando dejamos que los niños le griten a la sirvienta, cuando nos metemos en la fila del banco, cuando no hacemos trámites a tiempo y dejamos todo a última hora. No todo es culpa de la ignorancia de otros, es nuestra obligación como clase privilegiada ponernos la pila y en nuestra trinchera hacer lo que nos toca. Ahora sí que como dice la Biblia, ¿Qué estamos haciendo con nuestros talentos? ¿No es verdad que a los que nos dieron más, nos deberían de exigir más?
En fin… veamos qué pasa con “Quique Lecturas y su prole”, y para que vean que ilustrados han sido algunos de nuestros presidentes les dejo estos títulos. La verdad… me costó trabajo encontrar esta información, parece ser que no hay muchos libros escritos por nuestros mexicanos gobernantes… ¿Será porque tampoco leyeron, pero para fortuna de algunos no existía Facebook, Twitter ni Youtube?
La sucesión presidencial de 1910 por Francisco I Madero
La Revolución de la esperanza, por Vicente Fox
Una mirada hacia el futuro, de Miguel de la Madrid Hurtado
La Década Perdida por Carlos Salinas de Gortari
¡Los saludo!