5.08.2012

21kms: De cero a héroe…

Team Vero
El día previo a la cita fue relajado, tranquilo. Por la noche la famosa “cena de carbohidratos” (mucho espagueti a la boloñesa) con grata compañía. Mi amiga Edith vino a cenar con nosotros y mas tarde, Doug y Chris, mis vecinos, vinieron a desearme suerte y a mostrarme que llevarían a la carrera para echarme porras.   Las visitas tienen sueño, así que era hora de ir a la cama. Preparé todo lo que necesitaba, cada cosita en su lugar, para no estar de prisas por la mañana.  Entre los muchos pensamientos, el fantasmita de la rodilla me seguía rondando, así que decidí que necesitaba algo muy poderoso que me ayudara con eso, y no necesariamente un soporte ortopédico, necesitaba el apoyo de mi familia.  Un plumón negro ayudó a materializar el deseo de que mi familia corriera conmigo. La orilla de mi tenis derecho fue el lienzo: mamá, papá, Laura, Juan, Mau, Ceci, Pauli, Nana, Majo, Dany, Mark y Frida (si, hasta la Frida fue incluida en esta importante misión) Mi familia como siempre, sería mi sostén. Tenis izquierdo, la palabra “amigos”, los encargados de balancear el apoyo. Ahora si, a dormir.



En la salida
Amanecí descansada y tranquila, creo que más bien todavía estaba muy dormida, eran las 4:45 am. Mark rapidito organizó el cafecito matutino. Con mucho esfuerzo desayuné a esas horas.  Nos arreglamos y partimos. Primera parada, recoger a mi amiguita Edith. Llegamos a un lugar cercano a la carrera (por aquellos del bloqueo de calles), nos estacionamos y caminamos unos diez minutos. Conforme avanzábamos veíamos los
La espera, laaaarga...
ríos de gente que fluían hacia el mismo lugar. Hora de las primeras fotos del día. Faltando diez para las siete me fui a ubicar en el “corral” que me correspondía. Edith y Mark solidarios esperando verme partir. La espera desespera, hace un poco de frio, respiro, muevo las piernas, estiro un poco músculos, observo a los demás, todos igual de nerviosos. Platico con unas señoras que están a mi lado. Una de ellas primeriza como yo, la otra en su retorno al medio maratón. Me da un excelente consejo “Disfruta, buena suerte, y cuídate: no arruines tu cuerpo” (le había platicado de mi rodilla). Pronto vamos a empezar, me despido de Mark, le mando besos, me grita “Te amo”, mi amiga Edith es toda sonrisa. Como a las 7:15 nos mueven hacia la salida, hay risas, nervios, gritos, porras. Ahí vamos, me quito la sudadera que traía puesta, la aviento a la calle y se une a las muchas que serán recogidas y donadas a alguna buena causa. Empieza al unísono una cuenta regresiva: 10… 9… Me persigno... 8…7… le doy un beso a mi rodilla… 6…5… Me persigno 2…1... cruzo la línea de salida iniciando mi cronometro, ¡ahí voy!



Los primeros pasos fueron muy tranquilos, así pian pianito llegue al kilómetro uno. Todo este tiempo monitoreando mi rodilla, a los pocos minutos vi un “mechudo multicolor” que ondeaba y vi a ¡Doug y Chris!   Tan agradecida de verlos ahí, fotos oficiales y sigo mi recorrido. La ciudad es mía, es invadida por ríos humanos que a paso cadencioso la recorren. El día es precioso, hay sol, hay luz, estoy corriendo un medio maratón.

Doug, en el apoyo total, Chris tomando las fotos


Al llegar al puente ya entré en calor y dejo una ofrenda: mis guantes.  Sigo andando y veo a mi lado una chica que ya trae broncas de rodilla. Sigo y algunos kilómetros más adelante le hablo. Si, trae un problema. Le deseo buena suerte. Sigo. Llego al kilómetro 5, la rodilla está bien, y yo… ¡También! Voy conquistando la ciudad paso a paso. En mi mente, un kilómetro muy importante era el ocho, ya que en ese kilómetro fue cuando empecé con los problemas de la rodilla en mi entrenamiento. Veo el número marcado y la rodilla sigue bien, de pronto siento un piquete, bajo el paso y me tranquilizo ¿Qué hice? Me doy cuenta del movimiento  que provocó esa reacción y lo asimilo para no repetirlo. Respiro, trato de  mantenerme relajada. Y sigo.  Pase el kilómetro prueba. Y así llegue al kilómetro nueve, calle amplia, el sol, sabía que estaba cerca de llegar a la zona de la playa. ¿Cómo me siento? Alegre, plena, viva, mas viva que nunca. Siento como la vida fluye por todo mi cuerpo, siento como cada paso me vigoriza, la luz es más brillante, el cielo es más azul, al aire llena mis pulmones, ESTOY VIVA Y LO ESTOY DISFRUTANDO INTENSAMENTE.



Así entre pensamientos y sensaciones llegué al kilómetro 10 y unos pasos mas adelante pasé el “tapete” de mitad de ruta. Una hora y fracción. Para este momento ya había decidido mandar al cuerno mi plan de tiempos, mismo que había imprimido y puesto como una banda en la muñeca izquierda. Mi meta eran dos horas cuarenta minutos. Pero siendo mi primer medio maratón y habiendo detectado que es lo que lastima a mi rodilla, decidí que más valía disfrutar el recorrido, cuidar mi cuerpo y hacer mi mejor esfuerzo. Así que con estos pensamientos me arranqué esa banda que fue a dar a mi bolsita del short. Así llegué al kilometro 12, aquí la ruta seguía de fondo y luego una vuelta en “U” para de regreso tomar otro camino. Frente a mi veía a los que ya venían en ese regreso, y por unos segundos me invadió el pensamiento de la “Ruta Madrazo”, pero solo fue uno de esos demonios que se le suben a uno al hombro por dos segundos, ¡son las alucinaciones del cansancio!. Ahí si ya traía una molestia y no en la rodilla, en el empeine del pie izquierdo. Me detuve a aflojar las agujetas de mi tenis y a estirar mi calcetín. Mejoró un poco, pero había algo.  Ya la música me estaba fastidiando, así que decidí correr en silencio, fuera audífonos.



En el kilómetro 14 vi al hombre mas guapo del mundo, con la sonrisa mas hermosa, no era una visión producto del cansancio, ¡Era mi marido! Fotos, fotos, le di un beso rapidísimo y seguí. Me dijo “Vienes muy bien, ¿Cómo te sientes?  La respuesta: ¡Súper bien! Así llegue al kilómetro 15, sintiéndome entera, perfecta, respirando tranquila. ¡Solo faltan seis!
Kilometro 14, ahi la llevo


Puedo decir que del kilómetro uno al quince, todo fue como lo tenía planeado, pero ya el kilómetro 17 fue otra historia. Era una parte de la ruta muy callada, muy solitaria. Muchos ya venían caminando, incluso platicando. Pasar por la estación de agua me ayudó mucho, no solo por el líquido, sino porque los uno de los voluntarios vio mi nombre y grito “Chicos, ella es Verónica y necesita una porra” y todos empezaron a gritar mi nombre y palabras de aliento.  Así llegué al kilómetro 18, solo tres mas. Aquí agarré un segundo aire, empecé a pasar a los compañeritos que venían caminando, mi paso era constante, seguro. Me enchufé ahora si los audífonos, la música me ayudaba.  Casi en el kilómetro 19 vi pasar por la zona del malecón una motocicleta con un reloj que decía 2 horas y pico, y atrasito ¡los kenianos! Desgraciados, yo ya llevaba casi tres horas y ellos ya iban a terminar ¡el doble de distancia! Una chica se aventó la puntada de gritar: ¿Los alcanzamos? Todos nos reímos mucho.

Salimos de la ruta que nos llevó por todo el parque “Stanley Park” y empecé a ver los primeros edificios de la ciudad. Ahora si había gente otra vez y empezaban los aplausos, los gritos “Way to go”, “Good job”, “Finish strong”.  Nos empiezan a desviar y entramos a la ciudad, faltan dos kilómetros y la verdad, empiezo a sufrirlos, es la lucha mental, falta poquitito, pero ya traigo 19 kilómetros encima. El dolor del pie izquierdo, ya siento calambres en las pantorrillas, pero sigo. Detrás de mi oigo un grito “Runner coming”, un hombre en bicicleta viene abriendo paso al corredor del maratón, creo que fue el tercer lugar.  Lo veo pasar, con su paso fuerte, zancada larga. Mis pasos me parecen cada vez más cortos y lentos. Veo los nombres de las calles y sé que todavía falta.  En mi iPod suena “Dancing Queen” mi canción con Paulina, mi sobrina, cuando era niña.  Me levanta, me acompaña.  Sabía que habría un momento en el que el cuerpo ya no puede y ahor se que tengo que pasarlo mentalmente. Pero estoy a punto del llamado “hitting the Wall”. Cerca de mi veo una chica que se recarga en un árbol, estirando las piernas, se ve que trae unos calambres de muerte, saca su teléfono y hace un llamada.  Empiezo a caminar, quiero guardar un poco de fuerza porque esa meta la voy a pasar corriendo o trotando.



A unos metros de cruzar la meta
Cuando decido empezar a correr nuevamente, oigo una voz conocida “Vamos Vero, corre, ya casi llegas” Es Edith, es Mark, están en la valla, los veo, me emociono, la gente me grita, hay “hi fives” de desconocidos. Algunos gritan mi nombre, empiezo a correr, las lágrimas se me agolpan en los ojos. Si, estoy corriendo un medio maratón, de aquí en adelante será otra historia, esto es un parte aguas.  Sigo, sigo, llego a la esquina, vuelta a la izquierda, voy gritando “Oh my God”  Veo la marca del kilómetro 21, lo señalo y grito:  “Estoy corriendo un medio maratón”,  luego mi grito es: “ Faltan 100 metros, faltan 100 metros”.  “Dios mio”, en ingles, en español; veo la meta, la gente aplaude, grita, oigo mi nombre mencionado en el sonido local, son escasos metros, me persigno nuevamente, Gracias Dios,  y cruzo la meta, paro el cronómetro y brazos al aire,  CORRI 21.1 Kilómetros, corrí un medio maratón.



Una aventura mas amiga!
Amor, gracias
Inmediatamente recibo agua, una voluntaria me da mi medalla, soy finalista del medio maratón de Vancouver. Fotos, (que luego me venderán, verdad) y Mark y Edith ahí, me acerco a verlos tras la valla y reja que aísla la zona de la meta del publico. Fotos, nos ponemos de acuerdo donde encontrarnos. Salgo de ahí, y espero unos minutos, hago un poco de estiramiento y veo venir a mi marido, abrazos y lágrimas, ¡lo logramos! Abrazos de Edith, más fotos. Los primeros comentarios. Mi mente sigue procesando “Corrí un medio maratón”



La experiencia es única. El medio maratón de Vancouver 2012 siempre tendrá un lugar en mi corazón. Hoy, ya pasado, con mis músculos adoloridos, sé que este fue el primero de muchos más. Mi entrenamiento, las desmañadas, la acupuntura, todo valió la pena. ¿Aprendizajes? Muchísimos, tanto deportivos como personales. Tengo muy claras mis necesidades deportivas, se lo que debo trabajar, lo que me funcionó y lo que no. Personalmente, conocí más sobre mí, me admiro y me respeto, me quiero mucho más. Una vez mas lo repito, no quiero que suene a “cebollazo”, a soberbia, pero soy mi propio héroe.  Con entrenamiento y disciplina mi cuerpo conquista lo impensable, la mente y el espíritu compensan las debilidades físicas. ¡Que balance tan perfecto! 


Gracias a Dios, a la vida, a Mark, a mi padre y mi hermana, a toda mi familia. Gracias a mi fisioterapeuta por sanar mi rodilla.A mis amigos, gracias a todos por sus porras, por sus consejos, por todos los mensajes de apoyo en Facebook.


Solo les he querido compartir una parte de mi vida y con humildad agradezco a quienes me consideran un ejemplo. Si mi experiencia sirve para que otras personas sientan lo que yo hoy siento, si ayuda de alguna manera a alguien mas, bien vale la pena compartirla.

Mi conclusión:


"Correr no es tan solo un cadencioso movimiento de extremidades. Correr es una manera de fortalecer el cuerpo y el alma, es celebrar la vida"  


Momento que jamas olvidare!



¡Los Saludo!

5.02.2012

21 km: hay que entrenar, para poder triunfar...


 No me pegó la crisis de los 40’s, ni hice una apuesta. Tampoco lo ofrecí como manda ni fue la decisión de una mañana de ocio.  Todo nació en abril de 2009, cuando cruce la meta de los 8k del Banco de Montreal, carrera parte del Maratón de Vancouver. Ese día, junto a mí iban llegando aquellos que habían recorrido 13 kilómetros más que yo, y también los que completaban la mayor prueba del atletismo: los 42 kms de un maratón. ¿Qué vi ahí?  Rostros sudorosos, enrojecidos, irradiando una alegría y satisfacción que salía por los poros.  Ahí nació la idea. Pero las ideas a veces quedan revoloteando en la mente, mas en un curso que tomé llego el momento de escribir nuestro “bucket list”, aquellos sueños por realizar y ahí si, de la mente paso a estamparse en blanco y negro.  Las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito no.



Tres años han pasado de aquellos hechos.  Correr dejó de ser un medio para no subir de peso, despertó en mí lo que muchos profesores de educación física a base de humillaciones y gritos, se empeñaron en matar: el amor al deporte. Y más importante, se ha vuelto para mí una celebración de la vida.



Pero correr, como cualquier otro deporte exige constancia, disciplina, sacrificio. ¿ A poco creen que siempre es bien rico correr de subida? ¿O el dolor de una lesión? ¿Las levantadas temprano al gimnasio? ¿Cambiar la Coca-Cola por agüita sola?  Correr no solo es amarrarse unos tenis y salir como chivo loco a la calle.  O sea… es cierto que todos podemos correr, pero si verdaderamente lo queremos convertir en un deporte, hay que “echarle galleta” al asunto y diseñar un plan de entrenamiento, asesorarse con algunos expertos y poner mucho entusiasmo y buena voluntad, sobre todo los que como yo, nos iniciamos en este deporte importados directamente del sillón enfrente del televisor y con el respaldo de 38 años de no hacer ningún deporte en serio ( un año de Pilates, tres meses de jazz, dos años de tenis, y educación física dos horas a la semana en la primaria)



Siendo conservadora en muchos aspectos y maniaca del control me fijé una meta que me permitiera prepararme con muuuucho tiempo y así ir evaluando sobre la marcha como íbamos evolucionando, sobre todo por lesiones que tuve en el 2009 y que me tuvieron a raya casi un año.  Originalmente correría el 6 de junio, tras 25 semanas de entrenamiento, iniciado el 3 de enero de este año. Sin embargo por ahí de la semana 10, tuvo a bien cruzarse en mi camino el medio maratón de Vancouver, con su ruta nueva, rediseñada, cruzando por los puntos más hermosos de esta ciudad. Y me hizo ojitos, si, ese evento donde nació por primera vez mi suenio hace 4 años. Lo pensé semanas, pregunté, indagué, hice encuestas, estudios de opinión, de elevación del terreno, inspección física del área y siempre supe la respuesta, pero no sería yo si no hago todo el proceso. 



Cambio de planes, nos mudamos al 6 de mayo, con 18 semanas de entrenamiento. Paso dos… ajústale al entrenamiento, paso tres, vamos a ver como nos sentimos estas semanas y vemos. Pero tampoco había mucho tiempo para evaluar la situación, las mismas razones que me atrajeron a esta carrera, estaban llamando a muchos otros mas, y los lugares se llenaban. Se vendió el maratón (5000 corredores) y los espacios para el medio maratón se iban agotando.  Entre en el pánico de “me inscribo o me espero?”  Evidentemente, me inscribí.  No saben como me tembló la mano cuando le di “click” a mi inscripción y se fue al ciberespacio, y mas temblaba yo cuando por mail recibí una confirmación oficial de mi inscripción al Medio Maratón de Vancouver.   Ahora si era real. La respuesta de los amigos fue apoyo total, mi hermana emocionada y mi padre ¡sorprendido! Mi marido, mi fan #1.



Con esa realidad enfrente, a partir de ese momento se ha desayunado, comido y cenado medio maratón en esta casa. En mi recamara hay una pila de revistas “Runner’s World” para consulta de cualquier tema, el sitio del evento se visita un par de veces a la semana para ver avisos y por menores del evento.  Mi status de Facebook seguro ya aburre  “hoy 8 kms” “hoy 8.2 kms” “hoy 8.5kms”, “hoy gimnasio” , “ay, ay, muchos abdominales”. Las mañanas se volvieron de decisiones tan importantes como desayunar cereal o mejor yogurt con fruta antes de ir a correr, últimamente me dedico a probar gels energéticos, a contabilizar la cantidad de agua que tomo en el día, a actualizar mi “diario electrónico” de entrenamiento, a ver videos de corredores llegando a la meta y elegir canciones que me levanten el ánimo para cuando voy arrastrándome en el kilómetro 10.  Mis tenis se han vuelto mis mejores amigos (y se van a retirar con honores el domingo), como novia ilusionada, fui a comprarme mi  “ajuar” para la carrera, y por supuesto, hay que probar todo, todo lo que uno va a usar antes, ese día no puede haber sorpresas de que el calcetín se mueve o la costura que raspa. Llevo semanas monitoreando el clima, ¡Dios y la Madre Naturaleza me van a obsequiar un día sin lluvia! Pero por las dudas, voy preparada, aquí nunca se sabe.  Y así mi vida se combina entre mi trabajo de maestra de español, esposa de Mark, la “encantadora de perros frustrada” con la Frida y mis entrenamientos.



El invierno no es el mejor mes para estos asuntos. Esta feo, frio, hay nieve, hay lluvia. He pasado mucho tiempo en el gimnasio, tratando de sustituir mis entrenamientos en exteriores. La monotonía de la máquina (la versión rata de laboratorio) me ha hecho entrar en unos estados de meditación, que aunados a la vista de amaneceres hermosos, mas de una vez hicieron derramar alguna lágrima, mientras daba gracias al Señor por la dicha de estar viva, de estar completa y de tener lo que tengo.  Mis entrenamientos con lluvia me refrescaron, y que les cuento del día que hasta me nevó. Sensaciones imborrables que me quedan en el cuerpo, el alma y la mente.



El día que corrí 15 kilómetros jamás lo olvidaré, en muchos sentidos: por la emoción de concretar ese objetivo, por la satisfacción de alcanzar un nuevo nivel, por la cara de mi marido que ya estaba preocupado pensando que después de casi tres horas (corrí dos y media, mas la caminata de ida y regreso) seguro ya me había pasado algo (si traía teléfono pero yo no pensé en reportarme mas que en caso de emergencia) y por una uña morada, trofeo del kilometraje recorrido. Estaba lista para ir por más, semana 15,  a tan solo tres de la carrera y pasó la pesadilla de cualquier corredor: una lesión de rodilla, causada por inflamación en los músculos, consecuencia del mismo nivel de entrenamiento, así me los describió el fisioterapista, a quien llegue tras cuatro días de tratar de mantener la calma, de Advil, hielo, Voltaren y descanso y le dije “Corro el 6 de mayo el medio maratón de Vancouver, tengo “runner’s knee” y TIENES que componer mi rodilla”.  Me dijo “Bueno, siento ahora un poco de presión, pero vamos a empezar y también te voy a hacer acupuntura” La palabra retumbó en mi mente. A-cu-pun-tu-ra, a-gu-jas, ¡FO-BIA!!  Pero sin mayor opción, con las manos sudorosas, los brazos cubriéndome los ojos, empezó el tratamiento del “alfiletero loco”.  Tratando de respirar, sin hiperventilarme, tratando de relajarme, apapachándome a mas no poder y controlando a la “loca de la casa” (o sea, mi mente) , no sin antes ponerme una revista en la cara, (me la dieron para leerla mientras esperaba 20 mins. con las agujas puestas), pase la sesión uno. Han sido 7 hasta el día de hoy, y Kevin, mi fisioterapeuta, cumplió su parte: el sábado pasado pude empezar a correr y ayer me aventé 5 kilómetros sin problema alguno.



Todo empieza a perfilarse para el domingo 6 de mayo. En este camino de entrenamiento, he aprendido no solo sobre atletismo, músculos, tenis, alimentación y medicina. He aprendido más sobre mí, sobre mi fortaleza, sobre mis debilidades, sobre la compasión a mi misma, sobre la importancia del deporte pero también del descanso.  Hoy siento más admiración por mi misma, sin sonar a cebollazo, pero en verdad, me volví mi propio héroe.  Aprendí sobre solidaridad, sobre el amor de mi marido, sobre el apoyo de mi familia. Que las distancias unen a las amistades y que siempre hay quien te tiende la mano en momentos difíciles.



Di un paso muy importante, primero el de la acupuntura, que si bien no me gusta y es un verdadero sacrificio, he aprendido a controlar un poco mas mis miedos y a no dejarlos que me rebasen (aunque no me dejaría inyectar todavía, creo que ese paso todavía esta mas lejano) . Y algo más…. Hace ya muchas semanas que deje de utilizar el termino según yo cariñoso , de “el puerco” para referirme a ese diseño perfecto que solo un Ser Superior pudo ser capaz de crear, esa maquinaria perfecta, que nos ha sido dada para hacer con ella lo mejor, para cuidarlo y mantenerlo, y que con entrenamiento y disciplina es capaz de llevarnos a cualquier meta.



18 semanas después, con altas y bajas, con días de ánimo y días de poca motivación, con días de lluvia y días de sol, estoy lista y emocionada.  Tengo una cita con 21 kms y estoy segura que habrá mucho que contar.



Continuará…