6.20.2011

Solo le pido a Dios… que el futuro no me sea indiferente

Tengo tantas ideas en la cabeza que no se en realidad como va a quedar esta entrada de mi blog. Haré mi mejor intento por ordenada y claramente expresar el remolino que surca mi cabecita loca.

Como cada país, Canadá tiene su pasión deportiva, que es el Hockey. Con esposo canadiense, un poco de disposición y apertura, he pasado de la cancha de pasto y 11 jugadores tras el balón, al gusto por la pista de hielo, 5 jugadores en patines con bastones, en una lucha frenética por alcanzar el “puck” y anotar en la minúscula red del equipo contrario. Caí en las garras del hockey y me hice seguidora del equipo de Vancouver, los Canucks. Para orgullo de mi marido, el juego me cautivó, así como la historia y desempeño de algunos de sus jugadores. De ser espectadora me volví seguidora y en la temporada 2010-11 vi prácticamente todos los partidos de la temporada regular así como de las grandes ligas. Ante mis ojos sucedió el evento que muchos esperaron 17 años, ver llegar nuevamente a los Canucks a la gran final. Pensé que iba a tener suerte de principiante y tras 16 agotadores partidos vería a mi equipo levantar la "Stanley Cup" el sueño de todo jugador de Hockey, el sueño que en 40 años de existencia, los Canucks no han podido conquistar. Pero se nos fue de las manos, Boston nos arrebató el momento y con tristeza vimos como era el equipo contrario quien levantaba el anhelado trofeo. Pero la tristeza de ver perder a nuestro equipo solo me duró 5 minutos. Y no porque en realidad no haya sentido la derrota, sino porque mientras dentro del estadio unos ganaban y otros perdían, en las calles de Vancouver sucedía un evento fuera de control: entre los 100,000 espectadores que se habían reunido en las calles para ver en las pantallas gigantes el partido y celebrar, se coló un contingente de "pseudo fans" que tan pronto conocieron la derrota del equipo se dieron a la tarea de incendiar autos, patrullas, romper las vitrinas de las tiendas departamentales, saquear y robar tiendas, restaurantes y comercios. Multitudes enardecidas, ¡bailando como Nerón entre los escombros de la incendiada Roma! Jóvenes que se dieron a la tarea de vandalizar, intimidar a otros, de destruir, de golpear, de robar y sobre todo de pavonearse por sus acciones dignas de la más baja barbarie. Así… frente a los carros que habían incendiado, se fotografiaron; con las bolsas "Coach" robadas en mano, se rieron frente a las cámaras de televisión. La policía fue paciente, tratando de evitar una tragedia y desafortunadamente, superados en número por los rijosos, tardaron mucho en poder controlar la situación, aun cuando reconozco que desempeñaron un gran papel.

 La “travesura”, el desfogue de la frustración por la pérdida de nuestro equipo terminó por ahí de la media noche, con un saldo de millones de dólares en pérdidas, personas heridas y la vergüenza de haber llevado a cabo la demostración pública de lo que algunos son capaces de hacer. Tal fue la pena ajena, que miles de ofrecieron voluntariamente al siguiente día para ir a limpiar el centro de la ciudad. Y por supuesto, han salido historias de gente valiente, que trato de impedir esta destrucción exponiendo su integridad física. He visto imágenes como las que pasaron en esta ciudad en países en guerra, en países donde la gente tiene hambre, donde hay dictaduras, donde la gente pide libertad, donde hay seres humanos que perdieron todo ante un desastre natural. ¿Pero por un evento deportivo?

Hoy todos tratamos de limpiar la imagen de nuestra ciudad, de la ciudad que en los Juegos Olímpicos de invierno le mostro al mundo la seguridad de sus calles y lo amistoso de sus ciudadanos. Por supuesto… la policía se encuentra trabajando intensamente, y entre las redes sociales se ha hecho labor para identificar a los muchos que participaron en esto. Unos se han entregado voluntariamente, otros están próximos a caer. Y no dudo que habrá sanciones ejemplares para tan celebres personajes. Pero mi cabeza no deja de pensar…  Además del alcohol y la droga que circuló por estos entes, y el poder de las “masas”… ¿Qué pasa con nuestra sociedad? Sí... yo se que los deportes desatan pasiones, pero hay un límite. He sabido de gente que se suicida cuando Brasil ha perdido la copa del Mundo. Y bueno… lo que cada quien haga con su persona ya es su decisión, pero ¿Perjudicar a otros solo por el placer de hacerlo?  Los identifican como los anarquistas, los que están en contra del capitalismo norteamericano y la globalización. ¿Desde cuándo las ideas de cada quien nos dan derecho a destrozar la vida de otros? Porque estos miserables, destruyeron el patrimonio de algunas personas, la fuente de empleo de otras, pusieron en riesgo la vida de quien por desgracia caminó por esas calles y acabaron con lo más lindo que tiene la ciudad de Vancouver: la seguridad y tranquilidad. Entre los muchos rijosos hay una gran cantidad de jovencitos, que no tienen ni 18 años. El papá de uno de ellos, que ya fue identificado, dice que lo que vimos nos describe lo que su hijo es en realidad: un muchacho estudioso, parte del equipo nacional de waterpolo, a punto de recibir una beca universitaria (que de paso todo esto ya lo perdió)…. Pues señor, permítale informarle que el que no tenía idea de quién era su hijo ¡Era usted! A la menor oportunidad, muchos “hijos de familia” dejaron ver que sus frustraciones van más allá de azotar una puerta o decirle de cosas a la mamá.  ¿Es una gracia incendiar un automóvil? ¿Es divertido saquear una tienda y aventar la mercancía por la calle? Tal vez son placeres desconocidos para algunos de nosotros, sobre todo porque fotografiarse, tomarse video con una gran sonrisa hace pensar que es una actividad digna de practicarse (creo que brincar del “bungee” puede generar altos niveles de adrenalina y causar menos desgracias.) ¿Qué ha pasado en la vida de jóvenes que supuestamente lo tienen todo, para que se comporten así? ¿O es que han tenido demasiado?

Y pues si… diremos que “En todos lados se cuecen habas” y que “en San Juan también hace aire”. Pero si esto pasa aquí por un partido de Hockey… ¿En dónde nos estamos equivocando? ¿Qué estamos haciendo como familias, como maestros, como empleados, como jefes y empresarios, para que nuestra sociedad funcione de este modo? ¿En donde la estamos regando con nuestra juventud? ¿Estamos empezando a pagar la desintegración familiar o solo es parte de la evolución de las sociedades humanas, tal como lo fue en su tiempo el circo Romano? ¿Es la consecuencia del Nintendo, la televisión y el internet? ¿Qué estamos haciendo cada uno desde nuestra trinchera? ¿O es que ya nos acostumbramos, a que esto es parte de nuestros tiempos y pues mientras no pase en mi casa, pues mejor mirar para el otro lado?

Estoy indignada, me estoy cansando de escuchar como siempre son “unos cuantos”, los que tienen a México en sus manos, pero que han hecho de mi país algo que nunca pensé llegar a ver. Estoy harta de que “unos cuantos” nos roben la armonía y la paz de una ciudad como Vancouver. ¿Hasta cuándo vamos a seguir contemplado estas imágenes sin hacer algo? ¿Vamos a dejar que nuestros hijos, sobrinos vean con naturalidad estos eventos? ¿O es que los “reality shows” ya son poca cosa y hay que llevarlos a otros extremos?  

Así como decimos que la naturaleza está cobrándonos lo que le hemos hecho, creo que los seres humanos también estamos empezando a pagar una deuda social. La deuda de los excesos, del libertinaje, de la falta de valores, de principios, de espiritualidad, de una paternidad laxa e irresponsable, de académicos sin vocación, de líderes corruptos y medios de comunicación que embrutecen el pensamiento humano.

Ahora hay gente arrepentida, que llorando pide una disculpa. Gente identificada como parte de los participantes ha sido despedida de sus trabajos, han recibido amenazas, al igual que sus familias. Ahora son víctimas de la “peste social” y piden clemencia, porque se equivocaron. ¿Con decir lo siento se cura todo? ¿Con lágrimas olvidamos el daño que causaron? Ojala haya sanciones fuertes,  a toda acción corresponde una reacción, y todo lo que hacemos en la vida tiene consecuencias. ¡Bienvenidos al mundo de los adultos!

 Como dije al principio… Solo le pido a Dios, que no nos acostumbremos a ver lo malo como natural, que no perdamos la capacidad de sentir, que reflexionemos que papel queremos jugar en este mundo y que cada uno contribuyamos para hacer de nuestra sociedad algo mejor.

¡Los saludo!

PD: Iba a poner unas fotos, pero no voy a darle publicidad en mi blog a gente que no lo merece.